Archivo de la categoría: Melchor Ferrer Dalmau

Txapeltxuriak eta Txapelgorriak

Reportaje de Xabier Irujo publicado en Diario de Noticias (Gipuzkoa) y en Deia (Bizkaia) el 05/02/2023.

A partir de principios del siglo XIX los vascos utilizaron boinas de diferentes colores, pero fue la boina blanca la que identificó la causa carlista de aquel tiempo.

Un texto de las Landas de 1461 estipula que todo productor de boinas que vendiese sus txapelas en el mercado pagaría un impuesto. Tal como escribe Antxon Agirre en su libro La boina vasca, un cronista escribió en 1571 que los vascos se cubrían “con gorras rojas, pequeñas, que llaman capellus”, voz de la que podría derivar la palabra “txapela”. Margarita de Navarra utilizaba su boina cuando veía volar a sus halcones y “boina azul cielo a la navarra” lucían los miembros del batallón de Voluntarios Cántabros en Flandes durante los siglos XVI y XVII, cuyos oficiales se identificaban con el escudo de Navarra.

Durante siglos arrantzales y baserritarras gastaron “sombreros de fieltro y ala” más o menos similares a la zapela actual. En su Historia General de Vizcaya (1785) Juan Iturriza mencionaba que los vascos lucían un “sombrero ancho” los días de fiesta. En 1813, un oficial británico describió las “anchas gorras” de los hombres de Pasaia y son abundantes las referencias a los marinos vascos que utilizaban sombreros de paño de color, muy similares a los bonetes y rodetes de otras tierras. Humboldt registró que los bearneses se calaban “barettes”, o gorras redondas y chatas, “que empujan a diferentes lados de la cabeza según el viento o el sol, lo que les aporta un aspecto arrogante”. Sigue leyendo

Bibliografía de Ediciones Montejurra (1958-1965)

Listado incompleto de libros publicados por Ediciones Montejurra:

1958

Breve historia del legitimismo español, de Melchor Ferrer Dalmau.

Nápoles hispánico (I): la etapa aragonesa, de Francisco Elías de Tejada.

Eso que llaman Estado, de Rafael Gambra Ciudad.

Siete españoles contra su mundo, de Juan Beneyto. Sigue leyendo

Apuntes (carlistas) sobre Iparraguirre y el Gernikako Arbola (2020)

Artículo de Javier Cubero de Vicente publicado en Naiz (Euskal Herria) el 29/10/2020.

En este año 2020, en la medida en que ha sido posible pues la pandemia del COVID-19 ha constituido un freno forzoso, se ha reivindicado la figura de José María Iparraguirre así como su obra más universal: el himno fuerista Gernikako Arbola. En relación a toda esta temática quisiera aportar algunos apuntes sobre la trayectoria del bardo carlista pero también sobre la significación y arraigo del himno entre los carlistas vasconavarros a lo largo de diversas generaciones.

Iparraguire durante su primera estancia en Madrid, estudió en el Colegio de San Isidro, que regentaban los Jesuitas. Sin embargo, iniciada la Primera Guerra Carlista, un día al marchar de casa supuestamente para acudir al Colegio, escapó hacia el Norte, para regresar a su Euskal Herria natal y poder luchar contra los liberales bajo la bandera legitimista de Don Carlos de Borbón, V de Castilla y VIII de Navarra. No es casual que ese Colegio jesuítico constituyera por entonces un foco difusor de la ideología carlista. Ya en el siglo XVIII la Compañía de Jesús había sido un importante núcleo de oposición al despotismo ilustrado, precursor del liberalismo en muchos aspectos, no solo en la postura «galicana» respecto a la Iglesia Católica, sino también en las políticas de uniformización (territorial) y desamortización (económica). Por cierto, en ese mismo Colegio estudiaba en esa misma época Xuan María Acebal, un asturiano que también devendría en carlista y que destacó por ser la principal figura de la literatura decimonónica en lengua asturiana. Sigue leyendo

La dirección política de la Comunión Tradicionalista desde 1876 (1934)

Tradición (Santander)

01/07/1934

Melchor Ferrer

Al nuevo Secretario General en España, Don Manuel Fal Conde, digno continuador de los Jefes que la Real Confianza ha dado a nuestra Comunión.

Puede decirse que el Tradicionalismo Carlista no tomó carta de naturaleza como partido político hasta la Revolución de 1868. Fueron los hechos que empujaron al Carlismo a que interviniera en la vida política de la legalidad. No porque ésta fuera completamente abandonada con anterioridad a la Septembrina, por el Carlismo, pero éste gustaba más de los procedimientos bélicos, creyendo que para fracasar en las gestiones para reformar el Régimen imperante, bastaban las tentativas de Donoso Cortés, de Aparisi y Guijarro y de Cándido Nocedal, y los tanteos de Gabino Tejado y Francisco Navarro Villoslada; pero sin hacerse ilusiones sobre el resultado de estos generosos pero estériles ensayos.

No regateó, sin embargo, el Carlismo su ayuda a estas tentativas, antes bien, acudió con sus elementos y sus hombres. Los diputados carlistas, que lo eran de ideas pero que actuaban sólo como católicos, no faltaron en las Cortes de los últimos años de Isabel II, y los nombres de Muzquiz, Vinader, Fernández de Velasco, etc., dejan bien establecido que no dudaron un momento servir a España, bajo el caudillaje de los Nocedal y los Aparisi. Sigue leyendo

Observaciones de un viejo carlista a unas cartas del Conde de Rodezno (1946)

Justa alarma ha venido inspirando a los carlistas la no disimulada actuación juanista del Conde de Rodezno. Los que ya somos viejos, encanecidos en las luchas carlistas, tenemos dolorosa experiencia de actividades de Don Tomás Domínguez Arévalo, tendentes a sacar a la Comunión de sus posiciones. Él, de un carlismo estático e ineficaz, es quien, en todas las épocas críticas que ha conocido, ha sustentado la misma desalentadora tesis: «El Carlismo está en vía muerta; es un organismo inoperante». Y en una «consecuencia» política invariable, ha propugnado en todo momento la colaboración de la Comunión con cualesquiera otras tendencias políticas que han ido surgiendo en su extrarradio, bajo pretexto de atraerse a los afines. Esto le ha conquistado en su historia política dos notas características de su personalidad: para el gusto de los liberales, es el Conde de Rodezno modelo de tolerancia; para el sentir de los carlistas, es el Conde de Rodezno exponente de flaqueza y falta de fe.

Por tanto, cuando lo hemos visto actuar cerca de Don Juan de Borbón, en constantes tertulias con aristócratas juanistas; cuando hemos sabido que había ido a Estoril, todos los carlistas que no somos débiles ni tolerantes hemos experimentado el temor y la alarma, viendo en sus pasos una maniobra. Sigue leyendo

Bibliografía de Melchor Ferrer Dalmau (1888-1965)

La Legitimidad y los legitimistas. Observaciones de un viejo carlista sobre las pretensiones de un Príncipe al Trono de España (1948)

(N. de la R.: Folleto de Melchor Ferrer Dalmau contra la disidencia carloctavista)

DEDICATORIA

A dos antiguos amigos

Fuimos compañeros en las luchas de los tiempos difíciles. Cuando nuestra juventud no comprendía que la triste visión utilitaria de la vida siempre causa deserciones de los egoístas, de los pusilánimes, de los apocados de voluntad. Seguimos unidos los azarosos días de la República en los combates heroicos. Y cuando España descubrió, una vez más, la grandeza de sus santas rebeldías, a los tres nos tocó sufrir en las mazmorras rojas el peso de la misma tiranía. ¡Dichosos los tiempos de tan entrañable unión! Sigue leyendo

Citas de Melchor Ferrer sobre Víctor Pradera

El historiador carlista Melchor Ferrer Dalmau, en su Historia del Tradicionalismo Español, cit. en López Antón, José Javier (1999), Escritores carlistas en la cultura vasca, 125, 305.

Pradera estaba en rebeldía contra un principio fundamental del carlismo (…) Digamos que fue su amor a España lo que le empujó fuera de la ortodoxia carlista. Será un atenuante. Pero su amor a España no era mayor que el que tenía en su tiempo Carlos VII, y sin embargo éste, que tenía más talento que Pradera, no hubiera sostenido tales cosas. Así no es de extrañar que a la primera ocasión, la cuestión de Mella, Pradera rompiera con un partido cuya doctrina combatía, pretextando defenderla.

(…) una deformación ideológica que después hemos vista señalada en El Estado Nuevo, un tradicionalismo que no va más allá de los Reyes Católicos, lo que no es tradicionalismo, como lo ha entendido la Comunión (…) Así se explicarán los tumbos que dará fuera del carlismo desde 1919 y sus opiniones desde su reingreso en la Comunión hasta su muerte.

Las elecciones de 1920 y los nuevos partidos alfonsinos

Melchor Ferrer, Historia del Tradicionalismo Español. Tomo XXIX, Editorial Católica Española, Sevilla, 1960, pp. 139-140.

Hemos de señalar la presencia de dos partidos nuevos: la Unión Monárquica Nacional, muy especialmente en Cataluña, y la Liga Monárquica, en Vascongadas. Ambas organizaciones dinásticas, pretendían ser antídoto contra los nacionalismos radicales de vascongados y catalanes, y se presentaban como partidos españolistas. Dejando aparte la honorabilidad de las personas que los componían, hemos de decir que políticamente eran unos indeseables. Se cobijaban en aquellos partidos los restos de los caciquismos alfonsinos, y eran tan poco dotados de visión política que no sabían distinguir lo que era el nacionalismo tendente a la separación del regionalismo que no era más que descentralización.

Editado el primer diccionario histórico sobre el carlismo (2007)

Gara

17/01/2007

El movimiento político más antiguo de Europa, el carlismo, por fin tiene su propio diccionario. Se trata de «Diccionario histórico del carlismo», de Josep Carles Clemente, una obra sin precedentes, ya que hasta el momento sólo eran dos los trabajos publicados de este tipo. En la presentación señalaron, sin embargo, que en un futuro debería completarse el trabajo. Sigue leyendo