Artículo de José Lázaro Ibáñez Compains, secretario general federal del Partido Carlista, publicado en Naiz (Euskal Herria) y en Plaza Nueva (Tudela) el 31/03/2023.
Recientemente he leído un artículo de Josetxo Arbizu, militante de Batzarre, que se titulaba «El carlismo que nos arrastra» y que me ha sorprendido enormemente.
Arbizu, en el segundo párrafo de su artículo, descalifica a «la ideología carlista» como «una de las peores cosas que hemos producido y exportado» en Navarra. Que semejante afirmación la haga una persona que forma parte de un partido político denominado precisamente como Batzarre es cuando menos algo llamativo. Una de las principales características de la ideología carlista, ya desde el siglo XIX, fue y es la defensa de las formas tradicionales y comunitarias de democracia asamblearia y participativa, de los mecanismos de autoorganización popular de ese mundo rural tan maltratado por el capitalismo y por el centralismo durante estos dos últimos siglos. Juan Vázquez de Mella, uno de los portavoces parlamentarios del Partido Carlista en el primer cuarto del siglo XX, reivindicaba ya por entonces que el Estado debe respetar «el sentido democrático de los antiguos concejos abiertos», garantizando la celebración de «las asambleas municipales» y, cuando «las condiciones de la población lo impidan, sustituirlos con el referéndum». Además, es precisamente la ideología carlista que tanto detesta Arbizu la que explica la primera toma de conciencia antifranquista de muchos luchadores que después militaron en el PCE (y también en otros partidos políticos), por ejemplo el abogado asturiano Luis Menéndez de Luarca, superviviente de la matanza de Atocha. Sigue leyendo →